El 1 de mayo de 1886, en Chicago, los trabajadores de las fábricas iniciaron una huelga a fin de conseguir la jornada de 8 horas. El día 4 tuvo lugar la “revuelta de Haymarket”, en la que la policía cargó y murieron muchos de los huelguistas, pero a finales de ese mismo mes los empresarios y la mayoría de los gobiernos no tuvieron otra opción que conceder dicha jornada, lo que originó una respuesta masiva de afiliación a los sindicatos, que hasta entonces no habían tenido mucho predicamento.
Mientras tanto ¿qué caminos habían seguido las mujeres trabajadoras? Porque ellas, después de tantos años, ni siquiera han conseguido una jornada de 8 horas.
Nueve años Antes de estas revueltas, el 8 de marzo de 1857, las obreras de una fábrica textil realizaron una marcha pionera por las calles de los barrios ricos de Nueva York, y se declararon en huelga contra salarios miserables (70% menos que los hombres) y jornadas de 12 horas, así como en contra del trabajo infantil.
Medio siglo más tarde, en 1908, tras el lema de “Pan y Rosas” se volvieron a manifestar en N.Y 30.000 obreras textiles, a quienes se unieron las sufragistas, los estudiantes y algunos sectores socialistas.
La mayor tragedia conocida fue, sin embargo, cuando el 25 de marzo de 1911, las obreras de la fábrica textil Triangle en N.Y. amenazaron con una huelga, y los dueños de la fábrica Max Blanck e Isaac Harris, cerraron todas las salidas y echaron al interior bombas incendiarias, muriendo 146 mujeres y quedando heridas 71. Muchas se tiraron desde las ventanas del segundo y tercer piso. A partir de entonces se modificó la legislación laboral.
Desde el inicio de la cultura griega, los asuntos de la polys, es decir , de la política y de la ciudad, habían estado en manos de los varones, que crearon los conceptos, los discursos y las leyes, mientras que los temas del oikos, el hogar, fueron trabajos relegados a las mujeres, aunque de esta palabra, oikos, deriva economía, en este caso economía doméstica, base fundamental de la economía política.
Fue Mary Wollstonecraft la que inspiró nuestro nombre de Vindicato, ya que ella escribió “Vindicación de los derechos de la mujer”, cuya frase de “sin derechos no hay obligaciones” ha constituido uno de nuestros puntos de partida como posibilidad de la desobediencia civil. Porque vindicar es tomar aquellos derechos naturales que nadie te puede quitar.
Nuestra tarea como Vindicato es la de hacer de agente social frente a la patronal y la administración, consiguiendo la equidad en el empleo. Poner de manifiesto los trabajos no reconocidos, como los cuidados y las tareas domésticas, cuya factura en la sombra en una familia promedio española, ascendería a la cantidad de 2.500€ mensuales. Asimismo, conseguir que todas las mujeres puedan tener una auténtica vida privada más allá de la doméstica según sus necesidades y deseos.
Partiendo también de aquel reclamo de Kate Millet de que “lo personal es político”, el Vindicato no pretende centrarse solamente en las cuestiones políticas y de empleo de las mujeres, sino, muy especialmente en la vida misma de las mujeres, ya que todas merecemos una vida buena y digna. Igualmente, como bien argumentó, Carol Gilligan, la ética del cuidado y de la responsabilidad es superior a una mera ética imparcial que sólo tiende a la aplicación estricta de la ley sin tener en cuenta las circunstancias ni las personas.
Por todo esto, hemos hecho un sindicato transversal que atienda tanto a las mujeres con empleo como sin él, a las jóvenes como a las mayores, a las profesionales o a las estudiantes, a las familias monomarentales como a las mujeres solas.
Desde el fin del modelo comunista y el auge de la economía neoliberal, las mujeres estamos más desamparadas que nunca, más discriminadas y corremos muchos más riesgos. Vivir peligrosamente es nuestra situación y tampoco podemos confiar mucho en la ONU, que se ha entregado a los intereses de las élites. Somos nosotras las que hemos de organizarnos y cuidarnos mutuamente.
¿Qué hacer ahora? Ante la división y fragmentación que están consiguiendo de las mujeres, sólo nos queda una salida:
unirnos
Y este es uno de los propósitos por los que trabaja el Vindicato.