El empleo, el trabajo y lo personal

El empleo, como todas sabéis, es un trabajo a cambio de un salario en el que media una relación contractual. No es lo mismo que el trabajo, ya que éste abarca muchas actividades de tipo material que no están sometidas a un empleo y, por tanto, a un salario. En muchos casos, este trabajo es placentero y libre, pero para el “ama de casa” resulta obligatorio y muchas veces tedioso, cuando no abusivo, de modo que supone una explotación para la que ha sido “domesticada” (domo=casa) con la falacia del amor. Como ama a su pareja y a sus hijos, se supone que este trabajo ha de hacerlo gratuitamente y quitando tiempo de su descanso, sus aficiones o sus proyectos. De su vida privada, en definitiva. Si este trabajo fuera remunerado, supondría un enorme costo (o inversión, según se mire) para el Estado (ver Mª Ángeles Durán: el salario del ama de casa) Lo peor es que esta “obligación” ha sido naturalizada, es decir, concebida como lo normal, lo natural.

En muchos casos, las mujeres han renunciado del modo más natural a lo que significa lo personal o lo que Soledad Murillo ha definido como la “privacidad” y Virginia Woolf llamó “la habitación propia”.Y la realidad es que las mujeres se han de realizar como personas libres, con tiempo y tranquilidad para llevar a cabo sus aficiones y proyectos personales. Como muchas veces no los tiene, ocupa su tiempo libre en ver la televisión o en seguir ocupándose de los “suyos”. Sin embargo, su realización personal sería la primera de sus obligaciones. Cuando las mujeres creen estar hablando de su vida privada, en realidad están hablando de su vida “doméstica” porque no tienen vida privada.