El vacío existente en los sindicatos respecto a las mujeres

La situación de la Política en nuestras democracias actuales se encuentra en un momento grave de crisis y de incertidumbre. Partidos de ultraderecha amenazan estas democracias con posibles dictaduras venideras, que junto a la economía neoliberal dominando el mundo, pueden hacer de éste un infierno. De aquí que la ciudadanía tenga que armarse frente a la Política y a la Economía. Los Partidos miran por los suyos y sus intereses, mientras que los Sindicatos viven en un mundo pasado y paralelo.

Los sindicatos fueron creados en unas circunstancias en las que la clase obrera tenía conciencia de tal y se concentraba en los grandes emporios fabriles, en los que se agrupaban la mayoría de estos trabajadores, trabajadores industriales entre los que era posible una resistencia al empresariado. De hecho, consiguieron grandes logros hasta desembocar en el llamado estado de bienestar.

Actualmente, las condiciones económicas y sociales han cambiado radicalmente. La clase obrera ya no existe como tal, y los sindicatos siguen centrándose en los problemas de los empleados, que en el presente son unos privilegiados frente a otros colectivos como son los parados, los precarios, las mujeres o el mundo rural. Ya no sirven del mismo modo, porque no están diseñados para el mundo actual ni han conseguido ir adaptándose a éste. La falta de adaptación les hará desaparecer. Si algo hemos aprendido de la teoría de la evolución es la premisa de que sólo sobrevive el que mejor se adapta a las condiciones del medio. Pero, como bien decía la bióloga Lynn Margulis, “No es más fuerte el que combate, sino el que coopera”. El proletariado ya no existe, más bien el precariado, en el que estamos todas.

La ciudadanía sabe que está desprotegida ante lo que se nos viene encima, pues, además de las amenazas políticas y económicas, tenemos pendiendo sobre nuestras cabezas la espada de Damocles del cambio climático, así como la reacción virulenta del Patriarcado contra la eclosión feminista.  Diferentes revueltas ciudadanas surgen en diversos puntos del planeta, pero se trata de movimientos caóticos, plurales, que actúan en momentos puntuales, lo que indica que algo nuevo se hace necesario.

Por todos estos motivos, es urgente que las feministas y las mujeres nos organicemos, no sólo como movimiento sin capacidad de decisión ni de influencia determinante en las instituciones, sino que nos dotemos de estructuras potentes y reales que nos otorguen capacidad de organización y de presión, así como de autodefensa ante todos los peligros que nos acechan. Habrá, pues, que pensar en una gran Confederación que nos agrupe, que cree lazos de sororidad y que nos guíe a través de la inteligencia colectiva, que más que nunca necesitamos, lejos de los liderazgos personalistas tan propios del Patriarcado.

Los sindicatos han sido muy útiles y eficaces en la lucha a favor de los y las trabajadoras en muchos momentos históricos de cambios y recuperación económica, ya que han sido agentes principales en la consecución del estado de bienestar en Europa y siguen trabajando en diversos ámbitos en el mundo del trabajo, de acuerdo con la concepción marxista del ser humano como homo faber(hombre trabajador) olvidando otros muchos aspectos, tanto de lo humano como de la existencia específica y diferencial de las mujeres. No sólo no somos hombres trabajadores, sino que, para empezar, somos mujeres, y realmente no hemos venido a este mundo sólo a trabajar.

La situación actual es que los sindicatos se han ido apoltronando y acomodando a los grandes intereses políticos y económicos en una situación actual que ha cambiado sustancialmente, con la consecución de beneficios y poltronas para las propias cúpulas del sindicalismo.

Tras la caída del muro de Berlín y, por tanto, de la amenaza comunista, su influencia bajó considerablemente porque el capital perdió el miedo a posibles revueltas o revoluciones, ya que el modelo de una sociedad alternativa había desaparecido. Entonces el neoliberalismo soltó las riendas con la complicidad de los gobiernos, tanto conservadores como socialdemócratas y su “tercera vía”, seguida también por el PSOE, abandonando el programa de una real socialdemocracia. Actualmente vivimos en un casino regentado por ludópatas.

Años después advino una profunda crisis económica, diseñada o no, que sirvió como excusa para asentar definitivamente una situación generalizada de precariedad, que se ha manifestado en pobreza y paro, pero sobre todo en una nueva clase en la frontera que podríamos llamar precariado. Su objetivo último es mantener este estatus quo de modo crónico y estable.

En este marco económico y social, la situación de las mujeres en todos los segmentos es aún más precaria y desesperante que la de los varones, ya que los sindicatos no responden ni han sabido adaptarse a las nuevas condiciones de precariedad y de modelo económico respecto a las mujeres, tales como:

  • El tema de las pensiones de las mujeres que no han cotizado y de las viudas es flagrante, porque supone no valorar ni tener en cuenta el trabajo de estas en relación a las tareas del hogar y de los cuidados.
  • El retraso de las asignaciones por dependencia,un trabajo que normalmente recae sobre las mujeres de la familia.
  • La situación de las mujeres paradas, sobre todo a partir de cierta edad, es gravísima.
  • En relación a las familias monomarentales existe un olvido total en cuanto a prestaciones.
  • Es urgente toda una red de guarderías públicas y gratuitas para facilitar el trabajo de las mujeres jóvenes y fomentar así la natalidad y una mayor libertad para las madres.
  • En cuanto a las residencias para mujeres mayores, la situación es muy deprimente. Hay que crear residencias públicas para estas mujeres con un precio proporcional a sus pensiones, así como diseñar nuevas soluciones habitacionales.
  • Atender a las condiciones de trabajo de las jóvenes: en paro, becarias, en prácticas, migrantes por trabajo, etc.
  • Mujeres inmigrantes, tan vulnerables en sociedades explotadoras.
  • Mujeres en situación de trata y prostitución con vistas a la abolición de las mismas.
  • Especial atención a las mujeres del mundo rural, excluidas de las políticas sociales y económicas.

Existe una gran ausencia del sindicalismo en todos estos temas urgentes relativos a las mujeres, sin hablar de la brecha salarial que durante 50 años los sindicatos no han solucionado. Por todo ello y otros asuntos graves, se ha hecho urgente y necesario la creación de un Vindicato de Mujeres.