La cuestión económica

Es ya suficientemente conocido que la palabra “economía” proviene del vocablo griego oikos, que significa “hogar”, no casa simplemente, sino hogar, el lugar en el que se convive, se crece, se ama, se alimenta una, se aprende a vivir y a morir, se inicia en el habla de la lengua materna, se sufre y se goza, se sueña y se llora; el lugar en el que estar-juntos constituye el valor primordial, el compartir alrededor de una mesa, el momento culmen del día a día, y la conversación no otra cosa que el culmen de lo “común”.  

            En EL VINDICATO, hemos decidido centrarnos en el vórtice de la economía de las mujeres – entendiendo por vórtice el centro de un torbellino de fuerzas que giran entorno – es decir, aglutinar nuestras inquietudes y esfuerzos en la dirección de hacer de nuestro mundo un lugar más habitable para las mujeres y sus mundos. No hablamos de dinero, aunque también, ni de bolsa de valores ni siquiera de posesiones, sino del uso y disfrute de los medios necesarios para la vida, para la vida buena, gratificante y satisfactoria para todo ser humano. Y ya sabemos que en este mundo nuestro, las mujeres somos las mayores parias de los parias, las obreras más sacrificadas de la clase obrera, las más excluidas de los excluidos o las más ignoradas de los ignorados. Pero, también ahora, las más perseguidas entre las académicas, las políticas, las dirigentes o las mujeres libres que dicen lo que piensan muy razonablemente. Somos las que hemos sido signadas por una “marca” por el hecho de ser mujeres como lo fueron los judíos en la Europa nazi. Nuestra “estrella amarilla” consiste en tener un útero, dos ovarios, una vagina, un clítoris o unas glándulas mamarias para nuestras crías. Consiste, simplemente, en ser mujeres. Y hasta aquí hemos llegado.

            Trabajamos para que las mujeres gocen de un verdadero hogar con nuestro proyecto de viviendas colaborativas, que puedan utilizar una moneda libre que las libere del yugo monetario del Estado, que sean las artífices de sus propios alimentos o que disfruten de pensiones dignas después de haber entregado sus vidas al sostenimiento familiar. Laboramos para que ninguna docente sufra persecución o extrañamiento por defender su pensamiento feminista; para que ninguna política sea apartada por defender nuestros derechos y nuestra identidad como mujeres; para que ninguna inmigrante se sienta aislada o impedida de sus derechos como ser humano. Luchamos por una vida y una vejez dignas y en compañía. Y todo ello tiene que ver con la economía propia de un hogar en el que sentirse protegida y amada.

            Queremos que la Economía no sea una cuestión de ricos y pobres, sino de crear las condiciones para que el mundo sea un “oikos”, un hogar, para las gentes, empezando por las mujeres. Queremos, desde el VINDICATO, que ninguna mujer esté sola.

            Ojalá que todos los dirigentes aprendieran a manejar la Economía como las mujeres, las amas de casa, las madres de familia administran sus hogares.

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